jueves, 26 de abril de 2018

Las carreteras de Espadán


No todo van a ser ruedas gordas y ayudas con las suspensiones. Este fin de semana pasado, cambiamos de tercio y decidimos hacer una salida con las bicicletas de carretera... aunque para darle un poquito de pimienta al asunto, decidimos trasladarnos hasta la localidad de Soneja, en el Alto Palancia, a las faldas de la Sierra Espadán, exacto... esas montañas que quedan detrás de la concurrida Calderona.
Punto de encuentro: estación del tren del pueblo. Hora: 9 en punto. Gerard, Walter, Luis, Paco y Salobre llegaron en coche, Nico y Joseph subieron Chirivilla, que les quedaba de paso y yo acudí (tarde) pedaleando por la N-234.
Con la grupeta al completo... al lío.


Inicialmente la ruta la íbamos a hacer en sentido antihorario, pero Nico recomendó cambiarlo, de forma que nada más cruzar el cauce del Palancia, nos desviamos a la izquierda por la CV-218, en paralelo a la rambla de Almedíjar. Primeros kilómetros para acomodarse a la bicicleta, hacer algún ajuste de última hora e ir ganando altura casi sin darnos cuenta, hasta adentrarnos en pleno Parque Natural de la Sierra Espadán, pasado el monte de Carcajes.


Enlazamos con la CV-200, hacia Almedíjar, viendo como la carretera se hacía más ratonera cada vez y las montañas de enfrente nuestro se agrandaban por momentos... la primera 'piedra' en el camino, nos la íbamos a encontrar antes de lo que pensábamos (llevábamos 8 km). De modo que en el desvío que lleva a la fuente del Cañar, parada técnica, acondicionamiento en cuanto a capas de ropa y a subir.


Nada más que 6,5 km al 6% de media por buen asfalto... al principio, porque ya nos advirtió Nico que, en un momento dado, el firme se tornaba malo o, por lo menos, incómodo para ir con la de carretera. Más duro, terreno muy rugoso, con algo de gravilla... y lo peor es que no ofrecía ningún tipo de descanso. Constante. Machacón.
Pero las vistas eran de escándalo, tanto por la umbría del Estrecho, la peña del Moro o la umbría del Tuto.
Cima, descanso, fotos y a colocarse la ropa que antes sobraba... ¡¡tocaba descenso!!


Al principio nada de confiarse con las espectaculares vistas porque la carretera seguía siendo algo traicionera, pero era imposible tocar más el freno en la zona intermedia, donde el trazado se apretaba y retorcía debido a cuatro horquillas consecutivas. Alguna foto de rigor y a buscar el asfalto liso que enlazaría con la CV-223, muy cerquita de Aín.


Rodear el pueblo fue un visto y no visto gracias al buen firme y que picaba hacia abajo, así que no es de extrañar que tomásemos velocidad y esa parte se nos hiciese corta... al menos hasta que llegamos al túnel. Y eso que estábamos avisados, pero lo de quedarse 'ciego', confiando únicamente en la luz que llevaba el de delante mientras tomábamos la curva... menudo momento jajajajaja. Lo más comentado del día.


9 kilómetros que pasaron volando, igual que el bar La Paquita (Eslida), donde almorzamos cuando hacemos la senda Perfumes. Bueno, paramos, pero en la fuente para recargar los bidones, tomar la CV-279 hacia el barranco de Ajuez y afrontar el segundo puerto de la jornada: el collado de Eslida (5 km al 6,5% de media), que empezaba antes de rodear el castillo de Eslida.


En comparación con el anterior, más fácil de subir por el tipo de asfalto. Vistas quizás no tan llamativas, pero al llegar a la Malladeta, justo en la revuelta de la Herradura (quizás el tramo más duro), los alcornoques se hacen más evidentes y el paisaje cambia por completo... no hay muchos sitios en la provincia donde poder rodar a su sombra.
El caso es que hicimos techo de nuevo, nos volvimos a reagrupar, tomamos unas fotos... igual que en el anterior puerto, vamos.


Allí ya empezamos a hablar de la posible parada del almuerzo, antes de dejarnos caer. Rapidísima bajada, por cierto, con alguna que otroa curva traicionera por la zona del collado de los Muertos (¿advertencia?) que presentaba varias horquillas, pero esta vez con mejor asfalto. Desde luego que salvo en esos momentos puntuales, la invitación a dejar rodar la bicicleta era como para dejarla pasar.
¿Resultado? Que llegamos a Chóvar enseguida; tras un primer intento fallido, encontramos bar, 'atamos' las bicis (hay que ver lo que se puede hacer con cascos y manguitos) y a la mesa.


El almuerzo nos debió sentar bien, porque salimos de allí como almas que lleva el diablo hacia Azuébar. Superamos una pequeña dificultad intermedia... pero los 12 km que nos separaban de Soneja pasaron (en tiempo) muy rápido... si hablamos de esfuerzo, la percepción seguro que fue diferente.
Ya en el pueblo, nos despedimos y, como decía aquel: 'cada mochuelo a su olivo'. Unos con el coche para Valencia y otros, vía Oronet, al mismo destino.
Una buena jornada, quizás con no demasiados kilómetros, pero muy bien aprovechada.

Y antes de acabar, por supuesto agradecer, como siempre, a nuestros patrocinadores: DoyoubikePACOM SystemsEdetania Personal Bankersdigitis y Talleres Gonzalo, todo el apoyo que nos dan.

Hasta la próxima.


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Si quieres descargar el track de la salida, este es el enlace:




Si quieres ver las fotos de la salida, las tienes en la galería.

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Crónica de Paco Pérez.

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